Carrie solo había cometido un pequeño error, aunque puede que ni siquiera eso, pero ese fallo había cambiado su vida por completo y había arruinado su futuro para caer en un pueblo abandonado de la mano de Dios en el estado de Texas. ¿Cómo podía tener tan mala suerte? Pues eso no era todo, porque un vaquero medio chiflado le había echado el ojo y no se libraba de él. Pero ya le dejaría ella las cosas claras.
Yanina iba de paso, pero el pueblo de Rainshaw era tan bonito y estaba tan hambrienta que bien merecía una visita. Era un pueblo de Texas con todos los clichés que veía en las películas, incluidos los vaqueros, rodeos y una feria de lo más animada. Pero lo que realmente la impresionó fueron ciertos ojos azules que le alteraron el corazón. Era una pena que tuviera que irse. Tenía la sensación de que Dallas Brenner era un hombre como no había otro. El destino le iba a demostrar cuán acertada estaba sobre él.
Davonna McLowden ha conseguido ganarse el respeto de sus hombres. Su clan acata sus órdenes como si las diera el mismísimo Laird, así que ya estaba preparada para sucederle. Pero había llegado el momento de tener un hijo para cuando ella faltara y le estaba costando un poco encontrar alguien que le atrajera lo suficiente como para compartir el lecho. Era evidente que en su clan no estaba ese hombre. Un guerrero fuerte y bien hermoso que le diera al que sería el futuro de su pueblo. Lo que no sabe, es que está a punto de entrar en su vida y que puede que tenga que matarle antes de lo que creía.
Raquel tenía un nuevo alumno y conectaron enseguida. La verdad es que el niño era tan encantador como irresistible, así que no pudo evitarlo, le robó el corazón. Y tampoco pudo evitar enamorarse de su padre, que no era tan encantador aunque sí irresistible. La verdad es que tenía una mala leche que no podía con ella. Era grosero, altanero y se creía que lo sabía todo. Pero como buena profesora ahí estaba ella para enseñarle lo que es el amor.
