Acorralado entre un intrínseco deseo de ser mujer y la realidad sociopolítica que le tocó vivir, Sultana es un travesti que colecciona pelucas por propio placer y ejerce la prostitución para poder sustentarse económicamente en un país esclavo del voraz Comunismo. Por ello, dejará que naveguen en su vida una legión de “clientes” a quienes entregará su cuerpo a cambio de dinero. Sin embargo, su planificada rutina se desestructurará cuando conoce a Alberto, un español oriundo de Andalucía que le hace una propuesta irresistible y a Manuel, un funcionario político de la ciudad al que también prestaba servicios, el cual sexualmente, le proporcionará lo que nadie había podido hasta entonces.
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