Un pueblo costero parece un lugar ideal en el que poder perderse. Un mismo lugar en el que dos personas entenderán que comparten el mismo objetivo.
Beatriz está atrapada en una vida asfixiante. Desea liberarse, escapar, pero el cómo se le resiste.
Diego por su parte solo es capaz de esquivar la dura realidad sumergiéndose entre letras y mundos de fantasía.
Ambos están atrapados en unas vidas vacías, que no desean, de las cuales ansían huir desesperadamente. Y es que, en ocasiones, no basta oír eso que esperas escuchar. A veces, simplemente, lo necesita.
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